Protozoos
Los protozoos son organismos unicelulares microscópicos que se consideran eucariotas porque contienen una membrana con un núcleo y un citoplasma. El entorno en el que se desarrollan y pueden vivir es húmedo, por lo que es frecuente encontrarlos tanto en agua salada como dulce. Algunos expertos los consideran la forma de vida más primitiva, anterior a las plantas, animales e incluso a los hongos.
A pesar de que los protozoos pueden subsistir en espacios naturales, como ríos, también pueden llegar a penetrar en el cuerpo de los seres humanos y de los animales. En estos casos se los consideran protozoos patógenos que se instalan en los intestinos, por ejemplo. La Giardia es una infección en la que un protozoo infeccioso accede a los intestinos y provoca una serie de síntomas: cólicos, hinchazón, náuseas y diarrea, siendo detectable a través de un estudio de microbiota intestinal, que determina la funcionalidad del sistema digestivo.
Los protozoos tienen la capacidad de reproducirse y, además, lo hacen abundante y rápidamente de manera asexual, aunque también lo pueden hacer por la sexual. Estos son los 4 procesos por medio de los cuales los protozoos se multiplican:
- Meiosis: permite el nacimiento de nuevas células que surgen de la fusión entre gametos masculinos y femeninos de dos protozoos.
- Mitosis: una célula se divide en dos y replica sus cromosomas que dan lugar a un par de núcleos idénticos.
- Esporulación: el protozoo reproduce células pequeñas (esporas) que se liberan en el agua y que van a dar lugar a nuevos individuos.
- Gemación: la célula genera una copia idéntica que cuando se desarrolla por completo se separa de la original.
La dieta de los protozoos consiste en bacterias o desechos microscópicos. Se cree que tienen un papel muy relevante para controlar la población de bacterias, algo positivo, sobre todo, en la clarificación del agua. Sin embargo, también son los responsables de la malaria o la toxoplasmosis, esta última peligrosa para las mujeres embarazadas