Diagnóstico Serológico

Diagnóstico Serológico

 

El diagnóstico serológico es una técnica empleada en laboratorio que permite detectar anticuerpos o proteínas concretas en el suero sanguíneo o hemático extraído de un paciente. Estos anticuerpos los produce el sistema inmune cuando responde a una infección o exposición extraña a la que una persona se expone. 

La razón por la que el diagnóstico serológico es importante tiene que ver con que es capaz de diagnosticar una gran variedad de patologías. Entre ellas, infecciones producidas por virus o bacterias, enfermedades autoinmunitarias, alergias e, incluso, en algunos casos ciertos tipos de cáncer. 

Para poder llevar a cabo este diagnóstico serológico es crucial que el paciente se someta a una prueba rutinaria de extracción de sangre. El suero sanguíneo o hemático que se le extrae se analiza, posteriormente, en un laboratorio en el que se someterá a determinadas pruebas, ya que no existe solo una. Estas pueden ser:

  • ELISA (Enzyma-Linked Inmunosorbent Assay): ayuda a detectar anticuerpos relacionados con el VIH, hepatitis B y C, enfermedad de Lyme, u otras enfermedades de transmisión sexual
  • Western blot: este tipo de prueba serológica puede contribuir a la detección de proteínas específicas para el diagnóstico del cáncer.
  • Inmunofluorescencia: facilita la detección de anticuerpos contra patógenos y la identificación de células específicas en muestras de tejidos.
genetica

 

El diagnóstico serológico ayuda a saber si una paciente se ha infectado con algún virus o bacteria, como la enfermedad de Lyme o la hepatitis, o también para saber si puede padecer una enfermedad autoinmunitaria, como el lupus o la artritis reumatoide. Sin embargo, su uso va más allá, permitiendo evaluar cómo puede ser la respuesta del sistema inmunológico ante un determinado tratamiento, como la quimioterapia para el cáncer.

Someterse a este procedimiento no siempre significa que un paciente tenga una enfermedad activa y que, por ello, necesite un tratamiento inmediato. Y es que una persona que haya sido vacunada contra la hepatitis B puede tener anticuerpos porque su sistema inmunológico los ha producido para prevenir el contagio.