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Criopreservación

Criopreservación

 

La criopreservación es un procedimiento mediante el cual se puede conservar una muestra biológica durante un tiempo mucho más largo. Un ejemplo es la congelación de óvulos, lo que ayuda a mantener su calidad para que, si una mujer quiere tener hijos en el futuro, a una edad en la que no sea tan joven, esto pueda ser posible.

Sin embargo, la criopreservación se emplea en otras circunstancias, como la conservación de tejidos u órganos que puedan ser útiles en trasplantes, por ejemplo. De esta manera, se evita el deterioro natural que se produciría en estos. Sin duda, este procedimiento ha sido clave en el sector de la medicina, aunque también de la ciencia.

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Antes de la criopreservación, y tras la recogida de la muestra que se pretende conservar, es necesario llevar a cabo un paso crucial: la aplicación de un agente crioprotector. Lo que hace esto es proteger a la muestra del daño al que estará sometida durante el proceso de congelación y posterior descongelación (cuando se vaya a utilizar). Por lo tanto, esto resulta clave para que pueda ser viable su uso e impedir que la muestra se destruya.  

Tras haberle aplicado el agente crioprotector, para que la criopreservación se lleve a cabo exitosamente, los tejidos u órganos deben estar sometidos a unos -196 °C. Esta es la temperatura que habrá en los contenedores en los que se depositarán las muestras y que permitirán que estos grados se mantengan siempre estables sin alteraciones.